jueves, 7 de noviembre de 2013

El ticket de autobús a 1,51: ahora lo entiendo todo

Hace un par de días di un largo paseo por las orillas del rio Iregua a su paso por Logroño. Los andarines más aventureros, aquellos que deciden salirse del camino convencional y adentrarse un poco más en la naturaleza en busca del contacto interior, pueden seguir un camino que termina en un pueblecito de gente apacible llamado Alberite. El recorrido total es de unos 6 km más o menos. Ese día me animé y realicé el trayecto. Mis necesidades de reencontrarme a mi mismo ya se habían cubierto para ese día, y al llegar a Alberite tomé de ipso facto un autobús que me llevaría de vuelta a Logroño. Al subir al autobús le dije al conductor: "Un ticket para Logroño". El conductor, un joven que me transmitió buena energía, me replicó: "1,51". Le di una moneda de dos euros y él al verla puso una cara de desasosiego. Al ver su cara le dije: "¡Vaya con el céntimo!, os han liado". Veinte segundos después; después de prepararme las cuatro monedas de un céntimo, la moneda de cinco céntimos y las dos monedas de veinte céntimos, me dijo medio tartamudeando por los nervios acumulados en tal costosa transacción monetaria: "¡No, no me digas nada!" Me dije a mi mismo: "Que ganas de amargarle la vida a este buen conductor; parece que con la crisis nos quieren castigar a todos". Y entonces me vino una revelación que me hizo entender el trasfondo de esta crisis. Sin duda, el ticket de autobús a 1.51 me dio la respuesta.

Horas, días, meses, años de programas de televisión llenos de inútiles periodistas, economistas, analistas  de todo pelaje y demás estómagos bien agradecidos no han servido para dar una explicación a esta crisis. El propósito de esta crisis es hacernos la vida imposible, pero ¿por qué?, y ¿para qué?

Hay una gran cantidad de teorías en diferentes campos (sociología, estructura económica, psicología, filosofía, ciencias políticas, etc) que intentan explicar nuestra Historia y anticipar el devenir de esta, pero todas ellas fallan en captar o verbalizar la naturaleza intangible del espíritu. El filósofo Hegel, probablemente, fue quién más se acercó. Él usó un método dialéctico racional para intentar entender y explicar el despliegue del espíritu en la Historia . Pero el espíritu al ser intangible nunca se puede cristalizar por medio de una doctrina de pensamiento, pués el espíritu es, y es existencia. El padre del existencialismo, Soren Kierkegaard, fue implacable en su crítica a Hegel. Para Kierkegaard el Cristianismo solo se puede explicar desde la fe, y no como parte de un proceso evolutivo en la Historia como pensó Hegel. De ahí la suspensión teleológíca y el famoso "salto de fe" de Kierkegaard, relegando toda ética racional establecida a un segundo plano.

No quiero hacer más divagaciones filosóficas pero si dejar claro que solo puedo escribir de lo que me salga del espíritu, y ahora el espíritu me dice que busca expresión. Pero esta expresión del espíritu solo se consigue por medio de coartar la consciencia colectiva; por medio de castigarla, de machacarla a modo de ordalía iniciática colectiva. Nos castigan en todos los niveles; nos cortan en educación, en sanidad, en salarios, en poder adquisitivo. Nos abrasan; nos abrasan con impuestos mientras los políticos aumentan sus gastos; nos abrasan con injusticias, con escándalos políticos impunes, con obscenidades morales de todo tipo. Hay que hacerle la vida imposible a la gente de bien; es imperativo aniquilar la consciencia colectiva antes establecida y despertar al agente antagónico; es decir, despertar al espíritu de sus entrañas creándose un "coniunctio oppositorum", como dirían los alquimistas. La consciencia colectiva previamente establecida choca frontalmente con el espíritu y la síntesis resulta en una nueva forma de ser.

Claro, todas estas reflexiones me hacen transcender y olvidar todos los resentimientos hacia nuestra casta política. Antes sentía rabia hacia Rajoy y Cospedal--especialmente hacia estos dos, no se muy bien por qué--ahora los entiendo. Ellos son parte y función de esta ordalía iniciática colectiva para despertar el espíritu. Imaginad una rata de alcantarilla. ¿Acaso te puedes enfadar con la rata de alcantarilla por ser rata de alcantarilla? ¡Por supuesto que no! Sería obviar el orden y funcionamiento de la Naturaleza; sería no entender el espíritu.

Auguro que tarde o temprano vendrán tiempos de creatividad, de nuevos movimientos artísticos, de gente de gran valía tocadas por el espíritu; llenas de ser.